NOCHEVIEJA DEL 87
Y la guitarra...aulló en la noche |
Este
cuento le escribí hace unos dos años y le tengo un cariño especial. Sea por la
historia en sí o por lo que quiero transmitir, el caso es que es otra manera de
canalizar todas las energías que me van llegando. Espero que disfrutéis
leyéndolo como yo lo hice escribiéndolo.
NOCHEVIEJA
DEL 87
La tarde fría. Lucía
el sol en la playa. 31 de diciembre. Nochevieja. Allí era tradición disfrazarse
para empezar el año. Jaione ,de
29 años, era alegre, muy sociable; veía el mundo con gran optimismo pero demasiado
exigente consigo misma. Demasiados avatares había sufrido en tan temprana edad.
Dudó entre varios disfraces pero, al final, se decantó por el de “payaso”
porque así podría desinhibirse durante unas horas de su calculada y organizada vida.
Su traje era espectacular, de colores
muy vivos y unos zapatones rojos que le impedían caminar con soltura por la
playa.
Estaba con su grupo de amigos cuando se percató que
llevaba tiempo sin ver a Asier. Era su novio y, últimamente, estaba más raro de
lo acostumbrado, más introvertido. También se había disfrazado de “payaso” pero
del “payaso serio” que aparece en todos
los circos. Su traje era oscuro e iba maquillado con una lágrima pintada bajo
el ojo. Asier era demasiado obsesivo con sus ideas, les daba mil vueltas a las
mismas cosas y siempre necesitaba una explicación lógica a todo lo que le
ocurría...
Después de un rato buscándole, Jaione fijó la vista a lo
lejos y creyó verle sentado sobre la arena. Respiró hondo, dejó a sus amigos y
se dirigió, no sin gran dificultad por los zapatones, hacia alli. Caminaba
despacio, expiraba con resignación y paciencia porque sabía que, de nuevo, le
había vuelto a pasar. Se querían, llevaban 5 años juntos y se conocían muy
bien. Se respetaban, se admiraban pero, en los últimos meses, Asier cambió
porque su mente le empezaba a jugar malas pasadas.
-
Asier ¿qué te pasa?_ le preguntó Jaione cuando se sentó
junto a él
-
Es mi guitarra, no consigo sacarla de su tristeza_
contestó llevándose las manos a la cabeza
Jaione
se tumbó en la arena, cerró los ojos y le dijo a Asier que quería escuchar lo
que decía su guitarra. La cogió entre sus manos, la acarició y comenzaron a
salir notas, palabras, frases que inundaron de dolor el corazón de Jaione. Así
decían:
“Igual
que el tren avanza por la oscura noche helada
Así mi amor camina hacia el encuentro con la
nada.
Tus palabras son mi alimento; tu cariño, mi
dolor
Tu mirada, mi sufrimiento y tu corazón mi
gran amor”
A
medida que pasaba el tiempo, la guitarra aumentaba su furia y comenzó a tragarse
a Asier. Primero fueron las manos y, mientras desaparecían dentro de ella, así
bramaba:
“Mi
mente se debilita y creo perder la razón
¿Acaso
tu cuerpo y mi cuerpo hablan con el corazón?”
Jaione
intentaba comprender qué es lo que estaba ocurriendo y tiraba de Asier para que
la guitarra no se lo llevara. Pero ésta continuaba con su fuerza; ya solo se le
veían los hombros y la cabeza y seguía gritando:
“La
vida está llena de locos que viven felices en su locura.
La vida está llena de cuerdos que viven
hartos de su cordura”
Y
diciendo esto, la guitarra, finalmente, se tragó a Asier. Jaione no pudo hacer
nada por evitarlo. Estaban dando las 12 campanadas. A lo lejos, se oía la
alegría por la llegada del nuevo año. Allí estaba ella, con su traje de payaso
de vivos colores y con el corazón roto. Cogió la guitarra, quiso romperla,
patearla, tirarla al mar pero no lo hizo. No podía hacerle daño; aunque le
doliera y no comprendiera, allí dentro estaba Asier, su amor, su vida. Cuando terminaron de dar las campanadas, abrazó
a la guitarra, miró al horizonte y exclamó: ¡Feliz Año Nuevo mi amor!...
G.F.G.F.
Una nochevieja muy especial ¿no? No puedo imaginar dónde andará ahora esa guitarra, o quizás el mismo Asier, o tal vez Jaione, pero lo cierto es que el mar borra muchas huellas y para caminar sobre sus playas no hay que llevar disfraces que nos impidan avanzar y reconocer al otro.
ResponderEliminarMuy bueno el cuento!!!
Me alegro de que te haya gustado el cuento. Conoces perfectamente la relación que tenemos el mar y yo.Acudo a él siempre que puedo, le hablo de tú a tú, escucho sus notas, su furia...su silencio... Él tambien me escucha y me devuelve su esencia en forma de sentimientos....besitos
EliminarDurante los años de juventud que viví en mi tierra, el ritual de casi todas las Nocheviejas era empezar el nuevo año encarándonos con el mar, y esperar que un sol refulgente de invierno mallorquín nos abriera la puerta a la aventura de 365 días por delante… Nunca faltó la música: siempre compaginamos el silencio de bienvenida con las canciones imperecederas que nos llenaban el alma , acompañadas de las guitarras que iban y venían de los coches a la arena…
ResponderEliminarHay quien dice que la nostalgia es un error. No lo comparto. Porque se añora lo que ha dejado una muesca marcada en el corazón y eso se ha convertido, con los años, en diminutas luminarias que siguen encendiéndose en lo más profundo…
Unas veces fuimos acompañados en los sentimientos y hoy recordamos especialmente algunas caricias y algunas miradas de entonces. Otras, conseguimos que la soledad fuera elegida sin miedo y con esperanza.
Bienvenidos los recuerdos si no nos engullen. Bienvenidos los sentimientos que siguen a flor de piel esperando el roce de quien está lejos y quisieras que no fuera así. En nochevieja o en cualquier nuevo día al que saludamos desde el deseo.
¡Me ha gustado mucho el cuento, amiga!
Muchas gracias M.Dolores.Yo también creo que la nostalgia no es un error siempre y cuando no anidemos en ella. Recordar todo aquello que sentimos con tanta fuerza nos deberia de ayudar a comprender cuán importante es el Amor en nuestra esencia aunque sigamos esperando el roce de quienes no están a nuestro lado... Besitos
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