miércoles, 23 de marzo de 2016

DECRÉPITO

"Atrás también quedaron sus uñas"...




He vuelto a tener un poco abandonado mi blog pero, siempre, las circunstancias son las que obligan. A veces quieres abarcar mucho y no haces nada bien y otras veces, con muy poco de tiempo, lo consigues. Estoy dando forma y vida a una novela, continúo escribiendo relatos y, entremedias, intento corregir los que ya tengo escritos. Y este es el caso de DECRÉPITO, el cuento que espero que os guste después de haberlo corregido unas cuantas veces.


                                   DECRÉPITO

Yo vi a la mujer que cruzaba la calle. Llevaba una gabardina beige, pantalón negro y zapatos de tacón. Melena castaña a la altura de los hombros. Su caminar era altivo. Al cabo de un tiempo, algo se le cayó. Ni se dio la vuelta para ver lo que era. Siguió caminando. Me acerqué y vi que era uno de sus pechos. No me dio tiempo a cogerlo: desapareció bajo el suelo. Seguía andando sin parar y me percaté de que su espalda estaba más encorvada que hacía un rato. Observando sus pasos que, cada vez eran más cortos, me di cuenta de que se le volvió a caer algo. Tampoco hizo nada. Seguía adelante. Fui a recoger lo que había en el suelo : ¡¡era su melena!! Curiosamente, blanca. La cogí con cuidado pero, del subsuelo emergió una mano de alquitrán y me la arrebató. No pude hacer nada más. Solo seguir mirando a esa mujer que, ahora, caminaba descalza. Nunca giraba la cabeza.  Y tampoco lo hizo cuando, de nuevo, algo se le volvió a caer. Sonó a decrépito: esparcidas por el suelo, había muchas arrugas. Arrugas que gritaban, arrugas presas del tiempo. Sin duda, eran de su cara. Apenas se diferenciaban de las grietas que decoraban el pavimento. Quise cogerlas para devolvérselas pero cuando me agaché a por ellas, el asfalto se las tragó. Levanté la vista hacia la mujer.
En cada pisada se la oía un desahogo. Atrás también quedaron sus uñas y tiras de su piel. El otro lado de la calle estaba cada vez más cerca. ¡¡Trece pasos!! Solo le quedaban trece pasos para llegar cuando se le cayó el corazón. A ese lo distinguí enseguida ¡tan viscoso!... Patinaba por el suelo. Aún latía. Me acerqué pero esta vez ni intenté cogerlo. Tenía cicatrices por todos los lados. Algunas, sangrantes; otras llevaban escrito un nombre propio. Al corazón le faltaba una parte y en su lugar, había un trozo de mármol. No, a este no quise ni tocarlo. Quien sí lo cogió fue el malabarista que estaba frente a los coches. Vi que de uno de sus bolsillos sacó otros dos corazones y se puso a jugar con ellos. Los lanzaba al aire para ganarse unos céntimos. Se le cayó el de la mujer. Le miré y algo le debieron decir mis ojos porque riéndose, me contestó: ¡Total, más destrozado de lo que está!
Me giré rápido y busqué a la mujer. No la encontré. Solo vi a un mendigo recoger del suelo una gabardina beige.

                                                                                                          

jueves, 31 de diciembre de 2015

FELIZ AÑO 2016...URTE BERRI ON

 ELIJO SER LUZ


              
          FELIZ AÑO 2016..URTE BERRI ON

Apenas quedan unas horas para que se acabe el año. En estas fechas se suele echar la vista atrás y recordar todo lo sucedido en estos doce meses. Esta vez yo no lo voy a hacer. Y no lo voy a hacer por una sencilla razón: porque me han pasado cosas como a la mayoría de la gente; cosas malas (con la pérdida de gente muy querida) y cosas buenas. Me voy a alejar de los tópicos de pedirle al año Salud, Dinero y Amor (eso ya va inmerso en los deseos del feliz año). Así que quiero escribir sobre la elección, sobre mi elección. No hace falta que diga nada sobre la situación que estamos viviendo. Desgraciadamente se están perdiendo muchos valores que son básicos en el ser humano. Me consuela saber que no soy “la única bicha rara” que se siente un poco fuera de toda la elipsis que nos rodea. ¿Qué tengo que vivir en este mundo? Pues ya lo sé pero ¿Cómo? A veces me da la sensación de que no encajo en esta sociedad. De que no me dejan caminar a mi ritmo porque…¡¡me empujan!! Alguna vez me digo a mí misma: “Venga Gloria, haz un esfuerzo e intenta seguir los cánones que nos marcan...y entonces me sacrifico y...¡¡pongo la tele!! Diez minutos, diez minutos solo aguanto. No soporto los debates a gritos, la mala educación, los sensacionalismos, el vivir a costa de los demás. No soporto ver el tipo de gente que nos roba, que nos miente y que se ríen de todos nosotros delante de nuestras narices. Y no solo me refiero a los políticos sino a personas de los distintos estamentos. Veintiocho años trabajando en la educación (pedagoga y maestra) para comprobar que, en determinados sitios, se potencia la chulería, la mala educación, la falta de respeto y en donde, en definitiva, la gente se vende y pierde su dignidad por unos cuantos euros. Y todo esto lo observo en la tele, en las redes sociales, en la calle. No puedo, no puedo con todo esto y no quiero ser partícipe de ello. Entiendo que la gente quiera defender sus derechos, sus opiniones pero no considero que sea a través de la violencia tanto física como verbal. Yo también defiendo lo mío pero intento hacerlo con “MIS HECHOS”. ¿Qué tardaré más? No tengo prisa.
            Los caminos están ahí para todos. Desde siempre se nos han mostrado y cada uno es libre de elegir el que más le apetezca. Y yo elegí hace muchos años el mío. Igual no es el más fácil, quizá es el que más te compromete como persona, el que más heridas te deja en el corazón pero es el que sigue dando sentido a mi vida. Así que, para el nuevo año 2016.....  ELIJO:



  •   Dedicarte más tiempo a ti, porque, realmente, mereces la pena, porque me lo demuestras día a día y porque me haces ver que no puedo dedicarle más tiempo a personas que no harían nada por mí.
  • Darte un abrazo, un beso fuerte en lugar de mandarte un emoticono
  • Tomar contigo un chocolate con churros, reírnos, contarnos nuestras historias, escucharte y, lo más bonito, llorar contigo si fuera necesario. Prometo no volver a mandar un “Nos vemos” cuando sé que desde tu móvil escribes con lágrimas.
  • Levantarme cada mañana y disfrutar de día tanto en el trabajo como en casa con la familia y los amigos. Son muchos los que ya no pueden hacerlo y quiero hacerlo por ellos, por los que nos dejaron.
  •  Seguir siendo fiel a mis principios, ideales y valores y no dejarme arrastrar por todos aquellos LOBOS disfrazados de CORDEROS.
  • Sonreírte cada vez que te vea…aunque no te conozca
  • Seguir escribiendo y escribiendo…y cantar, y tocar la guitarra y componer (bueno jeje esto es un poco atrevido por mi parte pero lo seguiré intentando) si con ello no solo disfruto yo sino que, principalmente, puedo hacer que disfrutéis todos.  Mostrarte mi camino y ¿por qué no? Enseñarte los demás y que tú elijas.
  •  Tener siempre una palabra para ti, una palabra que llegue a tu corazón y que te haga crecer como persona. Y….
  •  Elijo SER LUZ, desplegar mis alas, volar e intentar iluminar allá donde solo exista la oscuridad… ELIJO QUERERTE Y QUERERME.

domingo, 4 de octubre de 2015

25cm3 DE CICUTA

 


                                                  25CM3 DE CICUTA


No se había dado cuenta de que él, prácticamente, ya estaba muerto. Era cuestión de segundos que la noticia llegara a su cerebro, al ático de su cuerpo. Allí, el susodicho intentaría, por todos los medios, volver a unir las conexiones. Algo las estaba destruyendo y no sabía qué era. De repente, yo lo sentí. Como Alma que soy, y huésped habitual de ese edificio, puedo moverme con tranquilidad por todas partes. Antes de hacer nada quise cerciorarme. Me dirigí a los pies, al sótano. Las dos columnas que sujetan el edificio muscular se resquebrajan ¡El frío es  tan extraño! Oigo un ruido. Es la puerta que se está cerrando de forma irreversible. Salgo de allí porque observo, horrorizada, el color morado que  ha invadido las paredes. Ese líquido asesino se dirige a la entreplanta. El mismo proceso. Escucho aullar al frío en cada rincón.

El edificio cruje y yo continúo dentro. Quiero asomarse por una de las ventanas más distales pero soy arrastrada por ese líquido que me conduce, directa, a la habitación en donde se ha producido el envenenamiento. No puedo hacer nada. Ese líquido es como el fuego. Se expande con gran rapidez y mata. Salpica a las paredes desgarrándolas en agujeros enormes; es un fluir de trozos de vísceras hacia arriba, hacia abajo, hacia arriba. Se mezclan con la espesura que sale de las tuberías de la casa. Son las venas que van reventándose a su paso. 


Hago un inciso. En ese momento debí darme cuenta de que era La Dama  quien estaba entrando en el edificio. Lo hizo de puntillas, en silencio; se disfrazó de veneno y atacó toda la estructura. Desde fuera se oían quejidos. Por dentro se escuchaba el sonido de sus carcajadas mezcladas con el in-crescendo de los estertores.


            No entraba en mi historia la idea de tener que abandonar tan pronto ese edificio pero La Dama se hizo humana durante un rato ¡Se rebeló! Intentó abrir huecos por donde pudiera salir el veneno. Atrancó los desagües. Obstruyó las cañerías. No dejaba que entrara el aire. Salió del edificio unos segundos justo para poder contemplar cómo la rigidez y frialdad de la fachada adquiría el color temido. Yo sentía que llegaba mi hora. Me habían dicho que permanecería en esa casa, en ese cuerpo durante muchos sueños pero Ella me los arrebató.

Vi cómo se iba apoderando de mi espacio. Del lugar en el que yo era la que dirigía todos los movimientos. Yo, la esencia de esa casa, estaba siendo echada por las artimañas de la Parca. Luché con ella sin éxito. Con la misma rabia que invadía el cuerpo, se fue directamente al corazón, al dueño y señor del edificio. Me fui detrás de ella en una carrera “a muerte”. Sabía dónde encontrarle. La puerta, acorazada. Hace tiempo se la tuve que blindar así para que no dejara pasar al maligno que, disfrazado de susurro, agrietaba sus paredes, de las cuales brotaban cascadas de sangre.  Pero el líquido viscoso ya estaba penetrando por debajo de la puerta. Escurridizo e infalible, se apoderó del habitáculo. Demasiado tarde. Cuando llegué solo pude escuchar su último tic tac. Me aferro a esa vida.  Subo exhausta al ático. Demasiado tarde, también. El cerebro está ahogado. La Muerte ha vencido. Su  veneno ya es el amo de esa casa. Ha conseguido destruir todo el edificio… Todo…menos a mí.


                                    ***

Sigo vagando por la nada en busca de una nueva estancia. Difícil. La Dama solo quiere jugar conmigo.



                                              



                                                                                             
 







domingo, 5 de julio de 2015

¡QUÉ TRASIEGO DE PARTOS!

"...sin hacer otra cosa que permanecer".    


                         

                            ¡QUÉ TRASIEGO DE PARTOS!
         
De repente, un buen día nací pero a los cinco meses me morí. Me volví  a la nada, a deambular por distintas estancias sin hacer otra cosa que permanecer. Veía a otros seres como yo. Me hablaban de algo que se llamaba Tiempo. Lo desconocía, pero me auguraron que, quizá, viajaría por él.
            Cuando más despistado estaba, fui arrastrado por una fuerza cálida que me dejó instalado en una especie de habitáculo ínfimo. Menos mal que aquello fue creciendo porque ya me veía ahogado. Y cuando me di cuenta… ¡había vuelto a nacer! Otra vez en los mismos brazos, con las mismas voces pero yo no estaba en el mismo cuerpo que el de antes. Ahora el poco pelo que tenía era más rubio y hasta se me formaba algún remolino. ¡Mira hijo, tienes dos hermanos!, me decía mi madre mostrándome ante ellos. Yo, creo que les miraba sin querer encariñarme mucho  no fuera a ser que me muriese otra vez. Decidí permanecer quietecito. Empecé a conocer ese hecho extraño del que me hablaban: el tiempo. ¡Era una cosa muy rara! Nos empujaba a todos pero a mis padres con mucha más fuerza. Cómo sería, que mi madre no pudo aguantarlo y en una de sus embestidas la mandó vaya usted a saber dónde. Por lo visto es que también se murió. En ese momento yo no estaba en casa. No sé por qué. Estuve tres días con mis vecinos y me dejaban  ordeñar a sus ovejas. Cuando regresé me dijeron lo de mi madre. Entré en su habitación y escuché un llanto. Mi padre y mis hermanos me abrazaron. Me acerqué a una cuna que estaba junto a la ventana y me dijeron: “Mira, es tu nueva hermanita”. Me asomé y vi cómo ella me guiñaba un ojo. ¡La reconocí enseguida! ¡Era mi madre!