martes, 31 de diciembre de 2013

AGUR 2013...AGUR





                                                       AGUR 2013, AGUR

Quedan muy pocas horas para que te vayas al fin. Conociéndote, no quiero aún cantar victoria. Recuerdo hoy, hace un año, que mis deseos eran, como los de la mayoría, que todos los nuestros tuvieran salud, que encontraran trabajo y que el AMOR entrara de lleno en nuestras vidas. Me has desafiado hasta llegar a límites insospechados. Sí, así hemos estado cara a cara todo este año. ¿Por qué? ¿Por qué te has cebado tanto? ¿Necesitabas demostrar que al ser 13 deberías ser maligno? No me has dado un respiro. Ha sido, casi casi, una lucha a muerte… ha sido un desgaste físico y psíquico demasiado grande para mí. Cada vez que me desafiabas con algo nuevo yo sacaba mis armas y me enfrentaba a ti. Al final del año lo único que he hecho ha sido defenderme de tus ataques de la mejor manera posible: sin fuerzas pero mostrándote mi mejor sonrisa.
         Te has llevado de mi lado a la persona que más quería: a mi madre. Te llevaste veinte días antes a otra persona muy, muy querida también. En esos momentos quisiste verme hundida ¿verdad? Pues saqué fuerzas y te sonreí. No contento con eso, seguías sin conseguirme otro de los deseos: trabajo para los míos…menos mal que ellos son más fuertes que yo y me levantaron cuando empezaba ya a tropezarme. Te volví a sonreír… no podrás conmigo, te decía. Pero tu estela es impredecible, grande. Me hiciste pasar por una nueva tortura, grandes cambios, desgarros, abandono de lo que ya tenía establecido y seguro pero, aún besando casi el suelo, sonreí porque todo eso quise verlo como un nuevo camino que se mostraba ante mí. Hiciste que “violaran” mi casa, mi nuevo hogar; lo mancillaste…y también sobreviví a ese duro trance. Seguiste desafiándome; fuiste capaz de dañarme físicamente. Quisiste pararme provocándome fuertes esguinces en ambos tobillos. Pues ni con eso lograste que yo siguiera caminando. Cada mañana, al levantarme, la angustia era mi compañera de fatigas. En muchos momentos tenía ya la toalla en la mano para tirarla. Me ibas arrebatando demasiadas cosas. Estaba tan centrada en mantenerme de pie que empecé a descuidar muchas cosas. Lloré hace poco cuando una de mis amigas me dijo: “Gloria, vuelve. Te echo de menos; necesito a mi amiga, te necesito, yo también lo estoy pasando mal y quiero poder verte y hablar contigo”… realmente me di cuenta de que me estaba encerrando, obsesionando con la idea de que no pudieras acabar conmigo…
         Hace dos meses casi lo consigues. Me produjiste una catarsis y ahí me enfrenté “desnuda” ante ti. “Aquí me tienes”, te dije…. Y te cebaste conmigo. Sola, ante ti, me mostraste la película de mi realidad: una persona vacía, huérfana,mal herida, con el corazón roto, ciega sin poder ver algo de luz. Despertaste, con saña, un sentimiento que yo siempre he intentado controlar porque cuando aparece…casi nunca es correspondido. Y sufro mucho por ello. Solo mi almohada conoce el alcance de mi dolor. Pero claro, como no sabías por dónde atacarme ya…decidiste ir por esa vía… Y me tuviste en tus manos. Durante unos días fui un pelele de ningún destino. Y , creo, que hasta llegaste a disfrutar. Golpes por aquí, lloros por allá… y cuando ya te creías que me habías vencido te volví a sonreír; más por reflejo innato que por convicción pero sonreí ¿por qué? Porque “escuchaba” a mi madre diciéndome que no quería verme así, que yo siempre he sido muy alegre y que tenía que luchar como ella lo hizo. Porque escuchaba a mis amigas diciéndome que me necesitaban y que yo era fuerte para eso y mucho más. Porque escuchaba a mi familia animándome, compartiendo bonitos momentos, creciendo y evolucionando sin mis dos pilares fundamentales…porque, por fin, abrí los ojos y sé que quedan muchas cosas por hacer. Así que, agur 2013. Ni tú ni treinta como tú van a conseguir que pierda la sonrisa.
         Espero al 2014 con los brazos abiertos. Transformada (como Wormin) eso sí. Quiero sentir igual de cerca, o más, a mi familia, a mis amigos y, sobre todo, que este corazón tan dañado, tan destrozado, pueda volver a encontrar la paz y el AMOR… Feliz Año 2014 para todos vosotros también.

sábado, 14 de diciembre de 2013

WORMIN






                                               WORMIN

Mi nombre es Wormin. A decir verdad, casi todos tenemos el nombre muy parecido. A mí me pusieron la “n” porque, según dicen, mis antepasados eran de clase alta. Vivían en grandes jardines repletos de hojas de morera de primera calidad. Se criaban fuertes para LA TRANSFORMACIÓN. Desde que nací lo oigo de forma constante: “Wormin, hija, te tienes que preparar para tu transformación. Te llegara antes o después pero tienes que pasarla”. Mis abuelos la pasaron, mis padres también. Esto es algo único y exclusivo de nuestra especie. Yo no entendía nada. Quise preguntarles a mis padres pero de la noche a la mañana…”volaron”. Me he pasado la vida alimentándome de creencias pero ahora siento que algo extraño está ocurriendo dentro de mí. Para ser una “gusanita de seda” no estoy muy bien preparada para esto.

            Cuando mis padres me hablaron de LA TRANSFORMACIÓN, creo recordar, que me decían que tenía que ser valiente, fuerte para soportarlo. ¡Uy, uy! Una señal roja se activa en mi pequeña masa cerebral. La palabra “soportar” no me gusta, no me gusta.

            “Wormin, hija-me decía mi mamá. Cuando notes los primeros síntomas apártate a un rincón del jardín y aférrate a él sin moverte. No te asustes con lo que te va a pasar. Vívelo, aguántalo porque luego, si lo superas, te vendrá la recompensa. Enciérrate bien en tu capullo y no salgas hasta que no estés segura y con fuerzas.”

            Me habló de otros Wormines que se asustaron de tal manera ante los primeros síntomas que murieron antes de la transformación. Les venció el miedo. También me dijo que otros lo habían aguantado pero siguieron siendo Wormines, no cambiaron nada. Sufrieron todo el proceso pero…en vano. No quisieron arriesgar. Otros, ante la inseguridad de saber si ya estaban preparados o no, no salieron de su capullo y también murieron…esperando.  Mis padres me aconsejaron que me olvidara de todos estos y que aguantara hasta el final porque me esperaría algo digno de elevarse a las alturas.

            ¡Ay! ¡Que creo que ya está aquí! ¡Qué dolor tan fuerte! ¡Me estoy desgarrando por dentro! ¡Pero si estoy llorando! ¡Papá!¡Mamá! ¡Ayudadme! ¡No me dejéis sola! ¡tengo miedo, mucho miedo! ¡Ay! ¿Qué es esto? ¡qué manera de sangrar! Y estos hilillos ¿Qué hacen? Me están encerrando ¡me ahogo! ¡Sacadme de aquí! Tengo miedo, todo está muy oscuro. No veo nada. ¡qué dolor tan grande! No sé si lo voy a poder soportar... ¡Mamááááá!

            Wormin está, ahora mismo, es su fase capullo. Está encerrada, no la oímos nada. No notamos movimiento alguno. Todos estamos expectantes. Nos da miedo que, ante su orfandad, se deje llevar por la pena y se abandone. Nos da miedo que, después de tanta lucha, ya no le queden fuerzas para el “último esfuerzo” en el que deberá romper su cápsula….y volar. Por cierto ¿en algún momento la hemos dicho que la queremos? Ella siempre nos lo dice, nos anima, nos ayuda pero ¿hemos pensado en ella alguna vez? Claro, como la vemos tan fuerte pensamos que no lo necesita escuchar… ¡madre mía! Qué equivocados estamos. Y ahora está ahí dentro ella sola pensando que no la queremos y luchando… Wormin, amiga... tienes que “soportar, luchar y salir”. Eres tú y solo tú quien debe hacer el trabajo. ¡Sé fuerte y valiente! ¡Si, te queremos y mucho! ¡No te quedes ahí! ¡Sal! Perdónanos por ese abrazo no dado cuando lo necesitaste, por ese beso esquivado cuando cantabas…

            Wormin no nos oye en estos momentos. Está ella consigo misma, en una fuerte lucha interna…en una dualidad. Con todo este sufrimiento ¿será capaz de llegar a convertirse en una bella mariposa?