sábado, 15 de febrero de 2014

LA MAGIA DE LAS LETRAS






                                             LA MAGIA DE LAS LETRAS 

Estoy delante del ordenador y me encuentro con 27 letras que, mirándolas una a una,  bien podrían parecer pequeños dibujos geométricos. Pero me quito el sombrero ante ellas por la cantidad de palabras, frases y pensamientos que se pueden leer y escribir uniendo unas con otras. Parece sencillo pero no lo es. Lo digo con conocimiento de causa.¡¡¡Lo que les cuesta a algunos niños aprender a leer!!!
Si están muy motivados aprenderán rápido.  Pero ¿y si no lo están? ¿y si no están preparados para que en sus cabecitas comience la difícil tarea del aprendizaje de la lectura? Hay que respetar su proceso madurativo porque se les puede llegar a bloquear, a desmotivar y que desistan de dicho aprendizaje. El resultado final sería desastroso.
 Quiero hacer una reflexión para que se tenga en cuenta lo importante que son los primeros momentos “lectores” de los niños. Ya no es solo leer simplemente sino LEER Y COMPRENDER LO QUE SE LEE. Y aquí es donde quiero llegar. No sólo les enseñamos a “descifrar signos” sino que queremos que comprendan el significado de lo que leen. La primera vez que un niño es capaz de unir RO y  SA , leer ROSA y decir qué es una ROSA… la sonrisa y alegría que se refleja en su cara es…..es uno de los momentos profesionales más gratificantes.
Ojalá siempre fuera así, pero por desgracia, y viendo algunas estadísticas, no lo es. Esa ilusión que pone el niño cuando empieza a leer, en muchos casos, se va apagando: ¿POR QUÉ? Somos muchos los que nos hacemos esta pregunta, seamos o no profesionales de la educación ¿Por qué un niño deja de leer a cierta edad o no lee con ilusión, con ganas?
            Lejos de cualquier pretensión echo la vista atrás y, en mi caso, la lectura fue, es y será mi fuente de imaginación, de inspiración, de conocimiento y, sobre todo, de aprendizaje. A veces, leyendo, he llorado, he reído; me  asqueo al leer la cantidad de injusticias que se han vivido a lo largo de toda la historia; me planteo muchas cuestiones vitales leyendo a los filósofos clásicos y no tan clásicos; me  relajo con lecturas “sedantes”, disfruto y me apasionan las historias en donde priman todo tipo de relaciones personales e interpersonales y siento envidia al leer las biografías de muchas personas anónimas que siguen luchando por un sueño , por una idea... por su realidad.
 ¡Eran otros tiempos! pueden decir muchos jóvenes de hoy en día y, la verdad, no les falta razón. Para mí no ha pasado tanto tiempo pero todo ha evolucionado de una forma tan rápida que, a veces, me da vértigo asomarme al futuro. ¡Claro que eran otros tiempos!
 No teníamos ordenadores en casa; bueno, ni en casa ni en ningún otro lado. Lo de internet seguro que nos hubiera sonado a ciencia ficción. Teníamos que echar mano de las enciclopedias y no todo el mundo tenía la suerte de poder contar con una. Las visitas a las bibliotecas formaban parte de nuestras actividades casi diarias.
En absoluto voy a criticar la “era internet” pero sí intentar hacer otra reflexión sobre su uso y utilización. Estamos de acuerdo que toda la información se encuentra en internet pero... ¿dónde se queda la imaginación? ¿Y la creatividad? Soy consciente de que los “diseñadores gráficos” “los creadores de juegos y programas” y demás profesionales de la informática se me pueden echar encima    (por supuesto que admiro su trabajo) pero recuerdo, de forma muy especial,  cuando nos mandaban hacer los famosos trabajos de Historia del Arte. Nos rodeábamos de 7,8 o 9 libros a cuál más interesante; comprábamos, en los kioscos, láminas y cromos para pegarlos en los folios junto con los recortes de fotos y noticias de revistas y periódicos del tema en cuestión. A simple vista puede parecer muy laborioso pero era así como, verdaderamente, absorbías, interiorizabas y llegabas a tener un conocimiento pleno de lo que se nos pedía (actualmente, creo, que os podría enumerar los diferentes sitios en los que estuvo Felipe II con “gota” incluida. Desde el Monasterio de El  Escorial hasta la Ciudadela de Jaca).
Hoy por hoy, incluso los más lectores, no le dedicamos tanto tiempo a la lectura y, en parte, viene propiciado por el uso del ordenador y sus redes sociales    (este es otro tema a debatir en otro momento). Si nosotros, los adultos, hemos sucumbido ¿cómo no lo van a hacer nuestros alumnos que ya han nacido con  una tablet bajo el brazo? Entiendo que, para ellos,  es más “espectacular” estar matando, peleando, destruyendo avioncitos, echando carreras de fórmula 1, intentar meter goles con jugadores que, físicamente, se acercan a la realidad, ser los números uno en mates de baloncestos... que leer. Así podría seguir numerando infinidad de juegos interactivos que, de interactivos, solo tienen la palabra porque, al final, estamos consiguiendo que nuestros alumnos, nuestros hijos no tengan motivación alguna ante el hecho de coger un libro, leerlo, entenderlo y, sobre todo, disfrutarlo. La individualidad crece frente a la colectividad.
No quiero decir con esto que lo usen. No podemos hacer nada contra el progreso. Sólo intento hacer llegar un llamamiento generalizado y una reivindicación para que en nuestras aulas y en nuestras casas, LOS LIBROS, y en definitiva, su lectura sigan siendo fuente de sabiduría, de pensamiento, de imaginación y de libertad. El primer modelo de aprendizaje se tiene que dar en la familia. Ahí es donde deberíamos fomentar más la lectura; ahí es donde los padres deberían ser modelos para sus hijos y cultivasen el buen arte de la lectura. Y ese aprendizaje se iría desarrollando en las guarderías, en los colegios, institutos, universidades y, al final, coger un libro y leerlo no sería ningún suplicio para ellos.
 ¿Actualmente, los adultos hemos perdido el hábito de la lectura para dar paso a otros hábitos, a otras actividades o es que, simplemente, no queremos pensar, no queremos desarrollarnos intelectualmente porque “tenemos bastante con pensar cómo llegar a fin de mes”? Creo que uno de los problemas que existen es que se vive tan deprisa que se quiere todo enseguida, sin pérdida de tiempo, a la voz de “YA”.... y eso está tan lejos del hecho placentero y relajante de la lectura de un libro que al final, en muchos casos, se opta por la superficialidad, por la lectura rápida y entretenida de los problemas e intimidades de los demás ¿lo harán para olvidar sus propios problemas?
¡Leamos para que nos imiten! Leamos para seguir conservando la fantasía, la imaginación. Para conocer, pensar y descubrir. Para que las emociones también fluyan y podamos seguir "sintiendo". El lado derecho del cerebro nos está lanzando un sms de socorro frente al uso abusivo que estamos haciendo del lado izquierdo.
Y hoy, día mundial contra el cáncer infantil, todo mi apoyo a las familias, asociaciones, voluntarios y a todas aquellas personas que estamos día tras día tan cerca de estas “personitas” llenas de ilusiones, fantasías e inocencia. Su lucha contra la enfermedad también es un ejemplo para todos nosotros.